Me he mudado con mi novia.

Ya llevamos casi un año viviendo juntos, disfrutando de esa maravillosa convivencia que todo une… Que nadie malinterprete mi sarcasmo, pues al poner en una balanza lo positivo y lo negativo el saldo es satisfactorio. Eso está claro, sí, pero… siempre hay, ¿cómo decirlo?… cosillas.

¿Es tan importante que en esa pared no haya nada colgado?, ¿importa tanto que las toallas tengan que estar colgadas de forma que no cojan humedad?, ¿y que se tenga que coger la tabla para cortar el jamón en vez de usar el plato sobre el que me lo voy a comer?

No lo sabía, pero parece que sí, por lo que, empeñado en que la relación funcione,  y queriendo disfrutar de un océano de paz, tranquilidad y felicidad, acabas por aceptarlo y buscar la razón del otro… incluso sorprenderlo.

Pero, ¿qué conlleva exactamente?, es decir, ¿por qué no vale un vinilo con la cara de Harry el sucio diciendo alégrame el día?

No puedo entenderlo, aunque trato de hacerlo, sinceramente.

Estas cosas pasan… y la primera lección que aprendí, y que ahora comparto contigo, es que no debes tomar decisiones unilaterales para solucionar ese tipo de problemas, aunque erróneamente creas que demuestras iniciativa e interés.

De hacerlo, acabarás por comprobar, como hice yo, cómo funciona el sistema de devoluciones de la página web de vinilos para decorar la pared.

Es importante tomar conciencia de lo importante que es dedicar tiempo del fin de semana para recorrer juntos lugares, normalmente situados en polígonos de la periferia, donde además de vender albóndigas, velas y muebles varios, parece ser que hay soluciones perfectas para vestir esa pared.

Este recorrido no es tan sencillo como podría parecer en un primer momento.

Tengamos en cuenta que vamos a estar viendo el cuadro durante toda nuestra vida, así que debemos dedicar un número no inferior de 3 tardes a visitar distintos lugares en los que se comercialicen objetos que puedan encajar con “nuestros” gustos.

Por cierto, si te preguntan ¿te gusta?, es una trampa, solo puedes contestar a la gallega; ¿y a ti? A partir de ahí tienes una respuesta que puede ayudarte a encontrar la satisfactoria para la primera pregunta.

Por otro lado, he de admitir, ahora sin hacerme el duro, que también nos gusta hacer un montón de cosas de ocio juntos que tienen un denominador común, consumen tiempo, y entre unas cosas y otras pues la verdad es que queda poco margen para esto que llaman “cuidar de tu salud”, que además de consistir en la elaboración de comidas que contengan algún tipo de cosa de color verde, poca grasa y poca gracia, y hacer deporte, también incluye visitar al médico de vez en cuando, y atender esos achaques que van surgiendo a partir de la cuarentena.

Total, que aceptando que tienes que hacer algo al respecto, pides hora y te la dan por la mañana, pero como trabajas tienes que solicitar un cambio de médico para que te den cita por la tarde.

Bueno, da pereza, pero lo solicitas, aunque luego te das cuenta de que por las tardes tienes un montón de cosas con tu pareja (véase buscar lámparas o ir al cine un martes).

¿Qué hacer? Lo último que te apetece, de verdad, es invertir una hora en ir al médico, así que lo vas dejando.

Lo malo es que llega un momento en que tienes que reconocer que te duele mucho el codo, porque eres de esos que juega al tenis y ha resistido el empuje del pádel.

Así que finalmente vas al médico de cabecera y le dices que te duele mucho el codo después de jugar.

Te responde, como buen profesional, que no juegues o que vayas al traumatólogo, así que eliges la segunda opción y te dan cita para dentro de 3 meses.

Muy probablemente tu codo, durante esos tres meses, no va a mejorar por arte de magia, así que decides ir por tu cuenta a un traumatólogo y a un fisio privado. ¡Ay madre que palo!… y ahora que me haga unas pruebas me piden.

Tu cuñado te dice que él tiene un seguro de salud y que no tiene esos problemas, y por  llevarte muy bien con él, decides escucharle de verdad y ves que para qué sirve un seguro.

Al cabo de un tiempo me doy cuenta de que puedo ir al médico que quiera, cuando quiera, sin esperar interminables plazos de tiempo, sin tener que apechugar con el que me toque, y que, sin letra pequeña, el seguro me devuelve, en un plazo no superior a 15 días, el 80% de lo que me cuesta el médico que yo quiera y el 50% de lo relativo al fisioterapeuta.

En este caso, con lo que me he ahorrado ya he amortizado el precio del seguro para dos años y medio.

Me quedaré uno más, que nunca se sabe.

Antonio del Ángel Jiménez, Cliente de SeguroesSalud.