Un lío de narices
Laura es una mujer joven, a sus 31 años la vida se puede decir que le va bien. Goza de un buen trabajo, al menos es lo que ella piensa, pues a pesar de no estar muy bien pagada, disfruta de cada día allí. Hace no mucho que abandonó otro trabajo mucho mejor pagado, pero que le obligaba a trabajar en un horario incompatible con el resto de sus aficiones. Le gusta viajar, le gusta compartir con amigos largas cenas con alguna copa tras ellas. Le gusta su perro y le gusta leer, en realidad es algo que le gusta mucho, pero le cuesta reconocer que lleva un año enganchada a Johanna Lindsey. Laura tiene un lío de narices.
Laura tiene una nariz muy fea. Es ella la que lo dice, bueno y la verdad es que hace tiempo que nadie tratar convencerla de lo contrario. Para gustos los colores, estoy de acuerdo, pero la nariz de Laura es por así decirlo objetivamente grotesca. Y a Laura esto le toca las narices, por así decirlo, no le gusta que la gente le diga que no es para tanto, su caso es tal, que suena a broma.
La adolescencia fue un problema, pero pasó. Con la madurez, lo empezó a explotar con humor. Siempre que una amiga lo pasaba mal, le consolaba tratando de decirle que podría ser peor, podría tener su nariz. Regalaba una copia de Cyrano de Bergerac en el amigo invisible, para que en el grupo de amigos todo el mundo pusiera cara de circunstancias al abrir el regalo en su presencia. Facebook le censuró el perfil, le dijo que la foto tenía que ser real, lo del perfil también le sonó a coña, y les contestó que si mandaba la foto de frente la readmitían.
Laura decidió contarnos su experiencia. Un lío de narices
Clínica Bellanaso. No podía creer lo que aquel papel de publicidad en su buzón me prometía. Rinoplastia por poca “pastia”. No podía creer que alguien fuera tan cutre como para repartir esos papeles, pero aun así no pude evitar llamar y concertar una cita. La primera impresión de la clínica fue muy buena, y una investigación previa en redes sociales a priori resultaba esperanzadora, por todos los casos que había visto tratados con gran éxito. En la sala de espera no me sentí sola. Narices había una por paciente, pero cada nariz que había era una entre un millón. No hay nada como no saberse el único con un problema para sentirse mejor. Que nadie se atreva a negarlo y un lío de narices compartido.
“-¡Laura! -dijo la enfermera asomando la cabeza por la puerta.” “-Sí soy yo -contesté.” “-Adelante por favor.”
Y esa fue la primera vez que vi al Dr. Napia. Lo primero que me dijo fue que aquello no era Lourdes, según él, para que mis expectativas no se dispararan, pero me aseguró, que la cosa iba a mejorar si tenía paciencia. No iba a ser rápido, no iba a ser indoloro y no iba a ser barato…
“-a no ser…”, “-¿a no ser…? -le pregunté con un poco de miedo.”
La presencia de la enfermera me tranquilizó un poco, porque la cosa parecía un poco rara, y me explico que si tenía un seguro de salud de reembolso podría conseguir que me reembolsaran los gastos. Esto ya lo había mirado yo, y me habían dejado bien claro, que esas intervenciones no estaban cubiertas al ser meramente estéticas.
“-a no ser…”, “-¿a no ser…?
Lo tuve claro, si volvía a decir a no ser me marchaba por siniestro. Y aquí es cuando la cosa se puso surrealista, me espetó a la cara que, si tenía hemorroides, así que inmediatamente pensé que este a mí no me operaba, y me levanté para irme, muchas gracias pero me voy a casa con mi nariz intacta… “-Espera, espera.” Lo que quiero decir es que puedo hacerte la factura de la operación y hacer un informe como si fuera una operación de hemorroides, para que te reembolsen el importe de la intervención.
“-¿Pero, esto es legal?”, “-es una pequeña tricuñuela, pero desde luego no es matar a nadie ni robar.”
Madre mía acaba de decir matar a alguien y me va a operar, ¡esto no para de mejorar!. Me fui de allí rápidamente un poco desconfiada y prometiéndole que le llamaría para saber que había decidido.
Lo hablé con una amiga, era un mar de dudas. Me parecía un poco estafa, además de que tendría que decirle a todo el mundo que me iba a operar de hemorroides y volvería con vendas en la nariz, lo de caraculo no me lo iba a quitar el resto de mi vida. Lo cierto es que había visto en internet fotos de otras pacientes que habían solucionado un lío de narices, y las opiniones eran buenas, y los resultados parecían excelentes. Además era mucho dinero como para pagarlo yo, y el seguro tenía un chollo conmigo, sólo iba una vez al año al médico. Así que me decidí, y ahora tengo una nariz mejor, me siento mejor, estoy mucho mejor.
El fraude en el seguro el año pasado supuso un coste para las aseguradoras de 550 millones de euros en 2016. Cada año, Unespa organiza un concurso para premiar a los intentos de fraude más imaginativos, y el caso de varias Lauras (por supuesto que todos los nombres son inventados), ganó el segundo premio en su categoría. Tras la investigación de la aseguradora se descubrió que todas las pacientes eran mujeres jóvenes y que en esa clínica no se realizaban operaciones relacionadas con las hemorroides, era una clínica de estética. Lo que le pasó a la clínica no lo sé, pero a Laura seguro que la echaron del seguro.
Por cierto el fraude solo tiene un resultado, y es que nos suban las primas a los demás, así que por favor un poco de dignidad, que además puede ser un delito.
Seguroessalud.com
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